“Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en
Dignidad y
derechos...”
Uruguay ha aprobado la ley sobre Matrimonio
Igualitario, convirtiéndose en el duodécimo país del mundo en aprobar
el matrimonio entre personas del mismo sexo. Esta ley otorga a las personas del
mismo sexo el derecho a contraer matrimonio. También permite a las parejas
homosexuales adoptar niños, siendo los padres y madres quienes pueden elegir
el orden de los apellidos de sus hijos.
Han dicho los legisladores uruguayos que les han sido muy útiles las
experiencias en Argentina y España sobre este tema, habiendo sido asesorados
por activistas de estos países. Argentina fue el primer país de América Latina
en contemplar el matrimonio igualitario en el año 2010.
El matrimonio entre personas del mismo sexo se aprobó por primera vez
en Holanda en 2001. Después le llegó el turno a Bélgica (2003), España y Canadá
(2005), Sudáfrica (2006), Noruega (2009), Portugal, Islandia y Argentina (2010)
y Dinamarca en 2012.
También se reconoció este derecho en seis Estados de Estados Unidos,
en la capital de México, en el Estado mexicano de Quintana Roo y en el
brasileño de Alagoas.
La familia, entendida como grupo de personas “emparentadas” que viven
juntas, concepto de tradición occidental, que se concibe como el núcleo de la
sociedad ha experimentado varios cambios en los últimos años. Podemos ver que
hoy existen muchas familias homoparentales y monoparentales. Además que también
han aumentado los divorcios, han disminuido los casamientos y se han
multiplicado las “uniones libres”. La familia como institución se ha
transformado.
No existen verdades absolutas, y dentro de esa relatividad el ser
subjetivo adquiere un rol relevante, lo que ha provocado, entre otras cosas,
que la institución “familia” se modifique, al asumir varios individuos una
sexualidad diferente a la establecida por valores tradicionales.
En este sentido, las leyes deben dar cuenta de la realidad de su
tiempo, organizando de la mejor manera posible la vida social y consagrando los
Derechos Humanos de todos los habitantes.
Todos los países deberían garantizar a todos sus ciudadanos los mismos
derechos, independientemente de sus elecciones sexuales.
Vivir en familia significa poner en común valores de reproducción
social tales como el amor, el trabajo, el estudio, la crianza de los hijos e
hijas, la solidaridad, etc. Todos tenemos derecho a vivir en familia y a formar
nuestra propia familia.