viernes, 12 de abril de 2013


“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en
Dignidad y derechos...”
 
Uruguay ha aprobado la ley sobre Matrimonio Igualitario, convirtiéndose en el duodécimo país del mundo en aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Esta ley otorga a las personas del mismo sexo el derecho a contraer matrimonio. También permite a las parejas homosexuales adoptar niños, siendo los padres y madres quienes pueden elegir el  orden de los apellidos de sus hijos.
Han dicho los legisladores uruguayos que les han sido muy útiles las experiencias en Argentina y España sobre este tema, habiendo sido asesorados por activistas de estos países. Argentina fue el primer país de América Latina en contemplar el matrimonio igualitario en el año 2010.
 
El matrimonio entre personas del mismo sexo se aprobó por primera vez en Holanda en 2001. Después le llegó el turno a Bélgica (2003), España y Canadá (2005), Sudáfrica (2006), Noruega (2009), Portugal, Islandia y Argentina (2010) y Dinamarca en 2012.
También se reconoció este derecho en seis Estados de Estados Unidos, en la capital de México, en el Estado mexicano de Quintana Roo y en el brasileño de Alagoas.
 
La familia, entendida como grupo de personas “emparentadas” que viven juntas, concepto de tradición occidental, que se concibe como el núcleo de la sociedad ha experimentado varios cambios en los últimos años. Podemos ver que hoy existen muchas familias homoparentales y monoparentales. Además que también han aumentado los divorcios, han disminuido los casamientos y se han multiplicado las “uniones libres”. La familia como institución se ha transformado.
No existen verdades absolutas, y dentro de esa relatividad el ser subjetivo adquiere un rol relevante, lo que ha provocado, entre otras cosas, que la institución “familia” se modifique, al asumir varios individuos una sexualidad diferente a la establecida por valores tradicionales.
En este sentido, las leyes deben dar cuenta de la realidad de su tiempo, organizando de la mejor manera posible la vida social y consagrando los Derechos Humanos de todos los habitantes.
Todos los países deberían garantizar a todos sus ciudadanos los mismos derechos, independientemente de sus elecciones sexuales.
Vivir en familia significa poner en común valores de reproducción social tales como el amor, el trabajo, el estudio, la crianza de los hijos e hijas, la solidaridad, etc. Todos tenemos derecho a vivir en familia y a formar nuestra propia familia.


 

 

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