Una semana antes de empezar mi SVE ni siquiera sabía lo que era un SVE. Había oído algo, que había proyectos en todo el mundo, que era para jóvenes... poca cosa. La verdad es que fue todo muy rápido... Laura, una amiga de Madrid que había conocido en Padova me dijo "Teresa en AFAIJ hay una plaza para una asociación de Padova que se llama Xena, podrías preguntar". Sí, yo ya vivía en Padova porque había venido de Erasmus y quería quedarme aquí a vivir un tiempo. Pero me faltaba el cómo. Laura me contó un poco por encima en qué consistía eso del SVE y a mí me vinieron mil dudas a la cabeza pero casi sin saber dónde me metía, me puse a escribir la carta de motivación. Cuanto más pensaba en la posibilidad más ganas tenía que me cogieran. Tuve suerte porque buscaban a alguien urgentemente y había poca gente que estuviera disponible desde ya. Así que al cabo de 4 dias cogía un avión hacia Madrid para reunirme con AFAIJ y en una semana ya era oficialmente voluntaria en Xena.
Cuando supe las que iban a ser mis tareas pensé que parecían hechas aposta para mí. Durante estos meses he hecho tantas cosas distintas que si las contara todas no cabrían en una página. He llevado voluntarios a visitar la ciudad, les he ayudado a comprar una bici o hacerse una sim italiana. Les he mostrado los bares y las plazas, los mercados y los monumentos. Les he acompañado al médico y a la estación. Pero también he hecho muchas visitas a la Posta (Correos), traducido documentos, asistido a charlas y organizado actividades. Lo que más me gustaba era que no había nunca dos días iguales (yo odio la rutina) y que siempre me sentía útil. Aunque a veces llegaba tarde a casa, siempre me llevaba conmigo la satisfacción de haber ayudado a alguien. En todo este tiempo se han cruzado en mi camino decenas de voluntarios y voluntarias de incontables nacionalidades de los que he aprendido muchísimo y de los que guardo muy buenos recuerdos. Además, tuve la oportunidad de trabajar con gente super simpática y agradable, que me trataron fenomenal y me ayudaron con todo lo que pudieron. Y no estoy hablando sólo de una relación "profesional", sino de algo que ha ido más alla de la asociación, de gente que ahora mismo puedo considerar amigos y que son uno de los motivos por los que sigo ahora en Padova. Porque sí, aun estoy aquí.
Entre otras cosas, mi experiencia en Xena me ha permitido quedarme unos meses más en Padova y empezar unas prácticas en una escuela infantil montessoriana. Me considero muy afortunada de haber tenido esta oportunidad, teniendo en cuenta que mis estudios no tienen nada que ver con la educación infantil y hoy en día es difícil cambiar el rumbo de tu vida profesional sin tener un título académico. Mi relación con Xena no ha terminado porque sigo ayudándoles unos meses pero cuando llegue el día en que me vaya definitivamente, sabré que aquí he dejado una pequeña pero muy importante parte de mí. Y ellos sabrán (si es que no lo saben ya) que yo me llevo la suerte de haber encontrado aquí la calma y la inspiración que necesitaba para poder reemprender mi camino.
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