miércoles, 19 de noviembre de 2014

Recorriendo El Capricho

Las órdenes y las costumbres tienen una cosa en común: parece que vienen de fuera que se te imponen sin pedirte permiso. En cambio, los caprichos te salen de dentro.”
– Fernando Savater

En el último día del mes de noviembre nuestro grupo de voluntarios se reunió y visitó El Jardín “El Capricho”, de la Alameda de Osuna. Pasamos 3 horas en este jardín verde conducido por un guía experto que nos ilustró algunas de las curiosidades del Capricho. El Capricho es un jardín lleno de historia, silencio y colores de vegetación diversa. Fue fundado por la Duquesa de Osuna, María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel de Tellez Girón, como un deseo personal a finales del siglo XIII. La construcción del parque se demoró más de 50 años y la duquesa falleció antes de poder ver su capricho totalmente concluido. Su temática se desarrolla a través de los distintos caprichos románticos de su fundadora, podemos concluir que su hilo conductor es el romanticismo. 

Empezamos el recorrido con la entrada en su plaza circular de carruajes, sirviendo, en los momentos oportunos, de “Plaza de Toros”. El camino de entrada desde este momento atraviesa el jardín francés: viales, estanques, árboles, arbustos y plantas forman sus caprichosas formas geométricas de naturaleza ordenada. En uno de sus laterales el parterre de “los duelistas”, dos obeliscos, se enfrentan entre sí, a la distancia de los tradicionales pasos que darían dos duelistas, para enfrentarse por el honor, tal vez de una “Dama”. La tradición recoge este sentido, como una leyenda romántica entre dos de los pretendientes de la Duquesa. Empezamos a conocer desde este momento lo que será el recorrido del parque, lugares que forman escenarios, donde evocar con la imaginación paisajes que nos evoquen fantasías románticas. 

La plaza de los Emperadores, el siguiente gran espacio circular que nos recibe, es el adecuado para ver y realizar representaciones teatrales teniendo la referencia en un punto de su circunferencia su Exedra, donde la Duquesa y sus invitados podrían representar sus personajes preferidos, literarios o de ficción. Imaginarnos sus formas de entretenimiento, no nos resulta ahora tan divertido, como seguramente lo era para ellos, pasamos a la parte del jardín que pueda interpretarse de influencia Italiana, donde predomina en una gran extensión un “laberinto Vegetal”. Su acceso aunque nos hubiera gustado, no está permitido, pues podríamos habernos quedado el resto de la mañana, enredándonos en sus pasillos y corredores. 

Desde la altura, donde nos encontramos, se podrían ver los esfuerzos de los que allí, trataran de conseguir el objetivo, que sería un juego , de entrar y poder salir sin mucha desesperación. Algo frívolo que nos acercó a una de los dichos o formas de expresión del lenguaje, fue la de conocer, donde se practicaba el juego del “Tejo”, en el cual y de forma accidental se lanzaba con descuido el “tejo” en las cercanías de las damas paseantes, para poder con la disculpa, empezar una conversación. Así la expresión “Tirar los Tejos” indica una predisposición a acercarse al sexo contrario con el fin de intimar. Ahora nuestros voluntarios utilizan ya la expresión en sus redes sociales.

Llegamos a la residencia del parque, el Palacio en sí , es una construcción no muy grande, dos pequeñas torres en forma de pabellón unidas por un corredor de columnas cubierto, el encanto está en la escalera principal que parte de la plazoleta donde se encuentra la fuente de las ranas, da pie a hacer fotos e imaginarlo en su momento de esplendor, en su proximidad se encuentra un inaccesible bunquer, realizado en la guerra civil Española, que no es visitable, puesto que aquí , en el palacio y parque, se encontraba el puesto de mando del General Miaja, ultimo defensor de la ciudad de Madrid, la tupida cubierta vegetal del parque y la cercanía del aeródromo de Barajas, le dieron al parque la peculiaridad de ser el Cuartel General de la República.

Nos introdujimos en el Jardín Ingles, donde la naturaleza parece no haber sido tratada por la mano del hombre, y que toda su vegetación hubiera crecido siempre en el lugar, nada más lejos de la realidad, pues entre sus veredas de aspecto salvaje, se encuentran dispuestas plantas y árboles, formando una arquitectura descuidada, en la que perderse es uno de sus atractivos, hasta que en un punto concreto nos encontramos, para susto de algunos, con los cisnes negros, de carácter muy territorial, y que debido a las obras de mantenimiento del vecino lago, se encontraban en nuestro camino, tuvimos que parar y tratar de rodear su camino, no se encontraba muy feliz, al haber sido interrumpido, por supuesto salió vencedor, y con suerte todos escapamos de una sola pieza, de su ataque de ira, teniendo que cederle el paso no sin antes, tratar de hacer algunas fotos. 

La Ermita abandonada, un vestigio de ruina, un templete griego dedicado a Baco, y la recreación de una granja, con su casa, llamada “de la Vieja”, aparecían de entre las veredas, todas ellas, recreaciones de paisajes bucólicos dispersos entre la vegetación. Lástima que el lago se encontrara en mantenimiento y por tanto vacio, en sus horillas una fortaleza en miniatura y el embarcadero de estilo Chino, con sus paredes de caña, desde donde saldrían las embarcaciones rumbo al no muy lejano pabellón de Baile, de planta octogonal y de acceso a través del embarcadero en escalera, adornado con la réplica del jabalí Florentino de la calle Porta Rossa, cerca de la Plaza Granduca, y que en el Pabellón de Baile recibía a los invitados que acudían en las barcas.

Era ya bastante entrado el medio día, y después del largo paseo a través del parque, era hora de abandonarlo, dejándolo atrás, con agradecimiento a nuestra guía.





No hay comentarios:

Publicar un comentario