Una invitación de AFAIJ siempre es un regalo para el que la recibe, un regalo que conlleva una experiencia de aprendizaje que enriquece nuestras vidas en todos los sentidos.
Viajamos a Padova, cuatro representantes de España, debo decir que nuestro grupo era un tanto variopinto, ya que fuimos Belén, Charo, Jenni de Finlandia y yo, de aspecto oriental, pero de eso se trataba, de la diversidad y el intercambio cultural.
Equipo de España: Rosi, Charo y Belén |
Rumbo a la aventura, en mi caso, partía sin saber exactamente lo que íbamos a hacer, ya que era mi primera "movilidad del proyecto Bridge", pero una vez allí, todo se fue aclarando. Disfrutamos desde que llegamos, la bienvenida por parte de los anfitriones de Xena, fue fantástica, y pudimos conocer algunos de los otros participantes de Portugal, Francia e Italia. Cenamos en un restaurante donde pudimos probar platos cocinados con verduras típicas de la zona, todo estaba exquisito.
Al día siguiente nos presentaron a los demás participantes de Polonia y República Checa, en total éramos 28. El tema principal a tratar era el diálogo intergeneracional y los estereotipos. Me preguntaba cómo trataríamos estos temas, y la verdad es que todo se hizo de una manera bastante amena.
Empenanzo el seminario |
Las actividades previamente programadas llenaron los dos días siguientes, entre ellas, una ruta turística por la ciudad, guiada por gente de diferentes generaciones. Fue muy interesante descubrir Padova desde ambos puntos de vista, tanto de los mayores como de los más jóvenes.
Más dinámicas de grupo, para hablar de los estereotipos basados en una historia que nos plantearon del anciano y el joven y qué ideas se nos ocurrían para poder unir a las diferentes generaciones. También nos hicieron sentir niños cuando tuvimos que representar a diferentes grupos étnicos para luego juntarnos y construir una casa.
Finalmente, una fiesta intercultural, donde cada país llevó lo más representativo de su país, hubo de todo, embutidos checos y polacos, jamón ibérico, quesos españoles y franceses, panettone, chocolates, ensalada, licores de cereza casero, licor de madroño y en especial, música y mucho baile.
Regresé encantada de haber vivido esta experiencia intensamente, disfrutamos de una ciudad tan bella como Padova y de su gastronomía. Unas cuantas direcciones se vinieron conmigo, y sobre todo me quedo con el recuerdo de la gente, algunas de ellas realmente entrañables, quien sabe, nos volveremos a ver algún día, quizá en una próxima movilidad.
- Rosi -
Padova |
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